jueves, 3 de marzo de 2011

El impacto de las redes sociales en la propiedad intelectual

José Rafael Fariñas

1. Las redes sociales como herramienta de interconexión global.

Tradicionalmente la comunicación más eficaz ha sido aquella que se lleva a cabo frente a frente, mirándose a los ojos, hurgándose poco a poco, hasta que llegamos al alma y se hace “click”. Sólo entonces ya estamos en condiciones de dar inicio al intercambio de información, bien sea como emisor o como receptor, o ambos.

Los primeros hombres hicieron uso de variados soportes y modalidades de comunicación: las señales de humo, los jeroglíficos, los dibujos en las paredes de las cavernas, las inscripciones en piedras, en los papiros…todo en función de comunicar algo y crear redes de conocimiento, bien por razones de seguridad tribal o por motivos de supervivencia grupal. En esta primera etapa el radio de incidencia era proporcional a la capacidad humana de llevar el mensaje, a la posibilidad de divulgarlo por los propios medios y alcances, generalmente de la tribu o grupo social interesados.

Ya en nuestros tiempos, lejos de la piedra y el fuego, la imprenta, el fonógrafo, el teléfono, la radio, la televisión, han sido los inventos del hombre orientados igualmente a llevar el mensaje, pero también a acortar las distancias entre emisores y receptores de información. La era de tecnología redujo la brecha de las distancias, pero trajo consigo la sustitución de la presencia y el tacto de la sangre, por una relación más impersonal, lejana, más fría, definitivamente mejor informada, pero no por ello menos humana.

Y justo ahora, en la era Internet, ha quedado decretada la más absoluta interconexión entre seres globales que apenas se conocen pero que, gracias a la combinación infinita de ceros y unos, han creado el mecanismo perfecto para comunicarse todo desde sus múltiples ausencias. Internet es una red global que ha mutado de ser al principio un proyecto sectorial con fines militares, a la herramienta más eficaz de interconexión global entre humanos; es global en su alcance territorial, en el número de conectados, en la infinita y variada información que circula a través de ella.

Y los humanos interconectados no podían desaprovechar esa circunstancia. Habían de potenciar el rol de los humanos-nodos en la generación de interactividad a gran escala. Nacieron así las redes sociales. Sólo dos de ellas, como son Facebook y Twitter tienen entre ambas hoy en día alrededor de ochocientos millones de usuarios, lo que significa más del 10% de la población mundial. ¿Podemos imaginar mayor auditorio para expresar las ideas?



2. La utilización de contenidos protegidos en las redes sociales.

Pero paradójicamente, el tamaño del auditorio y su capacidad infinita de proveer contenidos a gran escala y sobre temas variadísimos que nadie se hubiese imaginado jamás, trajo consigo un impacto en el consumo de contenidos, especialmente los contenidos relacionados con la propiedad intelectual, es decir, los relativos a la propiedad industrial por una parte, y por la otra los que hacen relación con el derecho de autor y los derechos conexos.

En el caso de la propiedad industrial, el impacto ha sido una mayor presencia y divulgación en las redes sociales relativas a procesos que conducen a invenciones patentables, marcas figurativas o denominativas, de productos o de servicios, logos y lemas de todo tipo, signos y modelos industriales, ect.

En lo que se refiere al derecho de autor, las redes sociales se han constituido en una plataforma fantástica para la circulación de libros, canciones, fotografías, videos. Todo ello sin otro requisito que el simple hecho de querer COMPARTIR con el resto de los humanos-nodos.

No obstante, este boom por la interconectividad e intercambio a escala global, no siempre lleva aparejado un beneficio directo para los respectivos titulares de esas patentes, de esas marcas, de esas obras literarias, artísticas o científicas, de esas prestaciones artísticas y producciones.

Muchas personas hay quienes han malentendido la libertad de intercambio como una patente de corso para apropiarse impunemente de contenidos ajenos; para ellos intercambio es usar libremente, sin licencia previa, sin pago de remuneración alguna.

Es habitual que circulen por las redes copias serviles de monografías no publicadas que se encuentran en bibliotecas universitarias, o colgadas en una página Web en Internet, las cuales son reproducidas literalmente y presentadas como propias para optar a un grado universitario, título de postgrado, trabajo de ascenso universitario, o de investigación, etc.

O copias textuales de una obra literaria (cuento, novela, poema, ensayo), bien sea total o parcialmente, sin que se reconozca la paternidad del autor o autores de esas obras, y por el contrario, se sustituyan con el nombre del plagiario, quien se las atribuye burdamente como suyas.

Osados también hay quienes usan libremente una marca para asociarla a un producto o servicio propios sin la autorización del verdadero titular, o un lema comercial cuya titularidad corresponde a un tercero, o de igual modo se atribuyen -total o parcialmente-la letra o la línea melódica de una obra musical preexistente.

Todas ellas son conductas reprochables ética y jurídicamente, pues en el peor de los casos llegan a constituir delitos contra la propiedad intelectual, claramente tipificados en las leyes de propiedad industrial y de derechos de autor y derechos conexos, respectivamente.

En el entorno 2.0, las redes sociales se han convertido en herramientas que facilitan el intercambio de productos, obras y prestaciones protegidas, cosa que nadie duda. Pero esa mayor difusión no se traducirá necesariamente en mayores beneficios tangibles para los creadores y demás titulares de los derechos, si no se logra al mismo tiempo un verdadero equilibrio entre el derecho del público a acceder libremente a la cultura y el derecho de los creadores, artistas, y productores a gozar de los beneficios derivados de tales utilizaciones. Ese es el espíritu del artículo 27 Convención Universal de los Derechos Humanos.

¡Y ese el reto y nuestro compromiso global de humanos-nodos!