viernes, 26 de agosto de 2011

Caracas, un espacio para el arte II. La escultura cívica

 José La Rosa*



Fotografía José La Rosa
   Muchos de quienes vivieron la infancia en la Caracas de los años 80, posiblemente tengan entre sus recuerdos la impresión de corretear alrededor de la monumental escultura Abra Solar de Alejandro Otero. En las noches festivas de la ciudad, la Plaza Venezuela se nos presentaba con sus obras de arte iluminadas, acompañadas de la bonita fuente de colores, para el deleite de los ciudadanos. No era éste el único lugar de contemplación del arte a escala cívica, sino que podíamos encontrarlo en los lugares públicos más insospechados. Aún en nuestros días, en que Caracas luce una faz menos agradable que en otros tiempos, magnificas esculturas moran silenciosas e imponentes en las calles; entre el bullicio y el polvo de una urbe demasiado apresurada, las esculturas cívicas siguen allí cumpliendo su función puramente estética, es decir una función espiritual.

   En la mayoría de las ocasiones los caraqueños solemos pasar por alto los aspectos positivos que tiene nuestra ciudad. En una metrópolis demasiado convulsionada, nos olvidamos de las sutilezas que también aparecen en el panorama. Sólo basta caminar un poco por las calles de Caracas para darnos cuenta de que la mayoría de la gente no observa lo que está en su derredor. Las obras de arte cívico muchas veces se pierden entre el caos de las cosas y permanecen allí casi como ruinas a punto de desplomarse.

   Cuando nos es dado visitar otras ciudades, al exterior del país, por ejemplo, estamos siempre prestos a elogiar con facilidad y como un enorme logro, los monumentos y obras de arte que hay en ellas ; mientras que olvidamos el rico patrimonio que tenemos en casa. Casi todas las zonas planificadas de Caracas tienen el ornato de las esculturas cívicas. Y no nos referimos a obra de dudoso merito artístico, antes bien nuestra capital atesora algunas que harían florecer la envidia de los centros de arte más fecundos.

   Durante las décadas de modernización del país, en el pasado siglo, el estado realizó grandes esfuerzos para ampliar este patrimonio. Ya no sólo se trataba de erigir monumentos conmemorativos, de fechas históricas importantes (como había ocurrido en décadas anteriores), sino que se trataba de integrar el arte de vanguardia al propio sistema de la ciudad; que todos los ciudadanos, sin distinción de nivel cultural, ni de nivel económico, pudieran tener acceso directo a la contemplación de una obra de arte contemporáneo. Es de esta forma en que podemos encontrar los trabajos de artistas como Jesús Soto y Alejandro Otero (sólo por mencionar dos de los casos más destacados) esparcidos por diversas zonas de la ciudad.

   En pleno corazón de Caracas, entre la grama de la Plaza Venezuela se levanta, disputando con el viento, el Abra solar de Alejandro Otero, una enorme escultura de aluminio elegantemente bien acabada, que nos hace pensar en un artilugio tecnológico. El movimiento de las aspas de esta extraña maquina incorpora ritmos visuales variables, que se perciben fácilmente a plena luz del día, pero también cuando el sol se oculta y la luz artificial domina la composición el metal parece estático y centelleante. Muy cerca de allí, en la misma Plaza Venezuela encontramos, del artista Carlos Cruz Diez, la Fisicromía homenaje a Andrés Bello, un verdadero deleite visual cuyo efecto de cambio de color se percibe enteramente desde la calle contigua cuando se está en movimiento en un automóvil. Este conjunto de obras es rematado por la incorporación hecha el 9 de abril de 2011, de una réplica de la obra Pariata del artista Omar Carreño, sumando así un elemento más para el disfrute y la contemplación de esos espacios.

   En la zona de Chacaíto encontramos también varias obras que están entre las más importantes que atesoramos. El cubo virtual azul y negro, del artista Jesús Soto, domina todo el campo visual cuando se avanza desde Sabana Grande en dirección a la Plaza Brión en Chacaíto. Esta obra, fiel a la realización de su autor, se trata de un volumen cubico creado por la reiteración de varillas de un mismo color colgadas de una estructura. Es una obra soberbia que vale la pena mirar con detenimiento en medio de aquel congestionado lugar. Ya en la propia Plaza Brión podemos apreciar Los tres volúmenes de Teresa Casanova, tres enormes figuras geométricas coloreadas con un rojo intenso, dispuestas en una diagonal horizontal respecto a la estación del metro más cercana. Es una obra estrictamente geométrica para ser apreciada por el valor que posee la forma y el color en sí mismos. Actualmente se encuentra en muy mal estado conservación por las diversas intervenciones vandálicas a las que ha sido sometida a lo largo de los años.

   Hacia el oeste de la ciudad, en Catia, la autopista desemboca directamente en la gigantesca obra Los cerritos, realizada por Alejandro Otero y Mercedes Pardo; se trata de una estructura de metal semejante a una “montaña rusa”, cuya “materialidad” es aportada por unas veletas geométricas coloreadas (sostenidas por la estructura) que crean patrones visuales. Es una obra magnífica que impresiona por la escala en que fue construida. Si nos adentramos más en la dirección donde se oculta el sol, muy cerca, en el boulevard de Catia en frente de la estación de metro de Plaza Sucre, nos encontramos con la obra Levitación 1, del artista Rafael Barrios Barrios; una estupenda pieza de arte, lamentablemente dañada. Su color originalmente azul cobalto (de una tonalidad bastante particular) se deterioró con el paso de los años y fue intervenida salvajemente con un color rojo, que destruyó todo el efecto visual que proyectaba.

   En este recorrido, bastante breve, volvamos al otro lado de la ciudad porque no podemos dejar fuera el formidable trabajo  de Víctor Valera, Desplazamiento perforado, que se encuentra muy cerca de la estación del metro de Parque del Este. Se trata de un conjunto de tres esculturas en hierro de forma circular y que poseen la estructura de reiteración de líneas propia del arte cinético, es un conjunto muy agradable de observar por la disposición espacial que tiene y por la belleza intrínseca de las obras.

Fotografía José La Rosa
   Debemos decir que en la actualidad, las obras descritas y muchas otras se encuentran, en mayor o menor medida, en buen estado de conservación. Pero no podemos olvidarnos que durante la primera década del siglo XXI estas obras (casi todas, por no decir todas) fueron desmanteladas por el vandalismo desalmado y la insensibilidad de las autoridades. Recordamos las magnificas esculturas mutiladas y prácticamente destrozadas y sus piezas vendidas como chatarra para la fundición. Este fue realmente un episodio lamentable de nuestra historia cultural. Caracas habría quedado en la inopia artística. Fue realmente una tragedia cuya magnitud aún no se conoce con toda precisión. Solamente hay que pensar en la impresionante Esfera Soto, de Jesús Soto, de la autopista Francisco Fajardo, cuya tonalidad roja, antes de que la destrozaran, difícilmente se asemejaba a la que tiene ahora…; no debemos olvidar este error para tratar de evitar que sobrevengan experiencias similares en el futuro.

   Todas las obras mencionadas hasta este momento fueron realizadas durante los años 70 y 80, debido a que en los tiempos más recientes es extraño observar un incremento en el patrimonio escultórico de la ciudad. No obstante hay que destacar la muy nueva experiencia de reconstrucción del boulevard de Sabana Grande, en la que se están colocando piezas de gran formato en cada cuadra. Hasta ahora falta trabajo y al parecer no están montadas todas las que deberían estar. Lo que sí es cierto es que en este proyecto participan artistas de reconocida trayectoria nacional entre las que destaca Lia Bermudez. Realmente es una iniciativa que parece ganar terreno entre los ciudadanos, debido a la atmósfera de distinción que crea en un espacio que hasta hace poco estuvo dominado por el comercio informal y el crimen. Sin embargo, hay que mencionar algunos errores que afectan  la conclusión correcta de este proyecto. No entraremos a determinar las cualidades artísticas de las obras expuestas, sólo mencionaremos detalles que no pueden ser pasados por alto. La mayoría de las obras forman un conjunto bastante homogéneo casi todos son trabajos que hacen uso del lenguaje de la abstracción y tienen un acabado bastante aceptable; pero quizás el mal cálculo ha hecho que muchas de estas piezas se coloquen demasiado cercanas a los transeúntes, lo que podría crear problemas de toda índole incluyendo los problemas de conservación. Los pedestales en los que se asientan están muy mal acabados afectando la percepción que se tiene de la totalidad de la pieza. En muchos casos la identificación técnica no está correctamente colocada. De manera pues que a pesar de la buena iniciativa, el proyecto tiene faltas bastante notorias. Quizás con el tiempo se subsanen estos pequeños detalles que vician tan interesante iniciativa.


Fotografía José La Rosa

   Yendo ahora más allá de cualquier consideración de tipo crítica que se quiera hacer sobre las obras que pueblan toda la ciudad, debemos estar atentos sobre todas las demás cosas a los problemas de conservación. Es un reto para nosotros en tanto que ciudadanos participar en el cuidado y mantenimiento de las piezas de arte cívico, para que así muchas de esas obras formen parte de nuestro patrimonio futuro. Quizás se mantengan allí sirviendo de inspiración a muchas más generaciones de ciudadanos, que decididos a renunciar unos minutos a la premura de la vida normal, contemplen con el velo desinteresado de la estética, dando a la obra de arte la posibilidad de florecer una vez más en todo su esplendor. ¿Asumirán, los caraqueños, los distraídos habitantes de la capital, el compromiso de cuidar y querer las cosas hermosas que hemos construido?


*Pintor



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