viernes, 2 de diciembre de 2011

Y con la navidad, sus sabores, sonidos y colores.

Yisbel Pérez Díaz*


Tun, tun, Quien es?
Gente de paz.
Ábrannos la puerta
que ya es navidad.

Villancico venezolano, Rec. Vicente Emilio Sojo



   Gaitas, parrandas, aguinaldos, reuniones familiares, adornos y una apetitosa oferta gastronómica. Esas son solo algunas de las vivencias que llenarán la navidad de muchos venezolanos.

   Venezuela, como toda sociedad, es generadora permanente de cultura, y son justamente sus manifestaciones las que generan entramados sociales cargados de simbologías y de prácticas cotidianas que nos distinguen respecto a otros grupos humanos.

   Decir navidad en nuestro país es hablar del gran festín de los sentidos, música decembrina en sus diferentes géneros suena sin pausa por todo el territorio nacional, adornos navideños cubren las fachadas de los comercios, se comienzan a organizar las reuniones con familiares y amigos, hablar del menú es un delicado punto y aparte. Todos nuestros encuentros giran alrededor de una buena mesa con una amplia oferta gastronómica, donde se contempla desde los aperitivos hasta el postre y, en muchas ocasiones el desayuno del día siguiente. Hay preparaciones emblemáticas, como la elaboración de las hallacas. Acontecimiento que involucra a la familia entera y en muchas ocasiones a amigos cercanos, la preparación de las esperadas hallacas y el disfrute del proceso –largo y complejo- simboliza la comunión familiar.

   ¿Qué indica que la navidad llegó? Escuchar las gaitas, parrandas y aguinaldos; esto adereza nuestro ánimo y con ello toda actividad relacionada o no con las celebraciones que nos esperan. El país es escenario de un sinfín de amaneceres gaiteros, los colegios organizan sus festivales navideños, ferias y bazares se adueñan de los espacios públicos.

   A esto se unen diversas tradiciones propias de la navidad venezolana, el amigo secreto con compañeros de trabajo, los intercambios de regalos con familiares, la elaboración de la carta al niño Jesús y adornar el árbol de navidad. Existen hasta tendencias por año que indican el color de moda para decorar y qué tipo de adornos usar. Y debemos mencionar que cada región del país tiene sus costumbres propias; alumbrado del árbol de navidad, vigilias, cánticos y comidas van variando de un estado a otro, aunque conservando lo que algunos llaman “el espíritu” de la navidad, que no es más que alegría, ganas de festejar y compartir con los afectos.

   Como toda práctica cultural, la navidad cuenta con seguidores y detractores. Considerada por muchos como una época para el consumismo, desenfreno y culto a íconos de otras culturas, otros la ven como la oportunidad de disfrutar con sus familiares y allegados de un buen encuentro, con música, comida, obsequios y adornos incluidos, claro está. Todo conglomerado humano es diverso, así estén unidos a otros por ubicación geográfica, ideologías, idioma y una suerte de ABC cultural que le permite identificarse; las particularidades siempre vienen a enriquecer las vivencias, a fortalecer los necesarios principios de respeto y tolerancia, y lo que es mejor el disfrute por la diferencia.

   Algo muy interesante de esta época del año es lo útil que resultan nuestras manifestaciones culturales para expresar a través de nuestro bagaje simbólico todo el afecto y agradecimiento por el transcurrir de un año lleno nuevos saberes y experiencias.

   Sacven Creativa recomienda a sus lectores para tener una feliz navidad, mucha música y disfrute artístico en compañía de su gente más querida. Sean ustedes los garantes de un cierre de año lleno de goce estético, respetando diferencias y aprendiendo a valorarlas.

   Nuestro espacio tendrá sus publicaciones habituales hasta el 15 de diciembre, pero antes de irnos les regalaremos la nueva cara de Sacven Creativa, espacio y noticias optimizadas para el disfrute de nuestros lectores. En enero estaremos de vuelta con mucha información de la movida urbana nacional.

¡Feliz navidad creativa!





*Lic. Artes

Asistente Gestión Cultural Sacven
@Entrediversos







jueves, 24 de noviembre de 2011

El derecho de autor en el matrimonio


José Rafael Fariñas*


   A menudo las personas que por su actividad habitual fungen como autores, compositores, artistas, intérpretes o ejecutantes de cualquier género o modalidad creativos se plantean interrogantes diversas acerca de la situación de los derechos sobre sus obras y prestaciones.

   Tales cuestiones pueden ser de distinta índole. Desde el rol de la pareja del autor en los derechos sobre las obras, hasta la participación de aquellos una vez que fallece el autor.

   Las más comunes son: ¿participa legalmente el cónyuge de los autores o artistas en los beneficios que se generan por la utilización de sus obras y prestaciones? ¿Cuál es el régimen aplicable a los derechos de autor o conexos respecto de la pareja o cónyuge sobreviviente del autor o artista, después que fallece éste?

   Para responder a estas inquietudes, son dos las situaciones que hay que tener en cuenta: I) que se trate de obras creadas antes del matrimonio, II) que sean obras creadas durante el matrimonio. En ambos casos el tratamiento es diferente, y para resolverlo basta acudir a algunas disposiciones del Código Civil (CC) y de la Ley Sobre el Derecho de Autor (LSDA).

   PRIMERO:

   Obras creadas antes del matrimonio. Se trata de todas aquellas creaciones originales, bien en el campo literario, artístico o científico que se llevan a cabo mientras la persona aún no ha contraído matrimonio. En este caso, tal como lo establece el artículo 34 de la LSDA, el derecho corresponde exclusivamente al autor. Son bienes propios que no forman parte de una eventual comunidad conyugal que se establezca a propósito de su matrimonio.
   Si el autor falleciere después del matrimonio, respecto de estas obras creadas con anterioridad, su pareja o cónyuge sobreviviente, sólo tiene el derecho de participar como un heredero más, tomando la cuota parte que le corresponda. En ese sentido establece el artículo 824 del CC:

“El viudo o la viuda concurren con los descendientes cuya filiación esté legalmente comprobada, tomando una parte igual a la de un hijo”.

   En este caso no hay comunidad conyugal que liquidar.

SEGUNDO:

   Obras creadas durante el matrimonio. Se trata de aquellas obras que el autor hubiere creado una vez contraído el matrimonio. En este caso, igualmente el autor cónyuge titular del derecho podrá administrarlo y disponer de él sin limitación alguna.

En caso de muerte del autor, la cuestión está en saber sí la pareja o cónyuge sobreviviente participa sólo como heredero del autor o puede también incluir los derechos sobre tales obras en la comunidad legal de bienes.

   En este sentido, el artículo 34 de la LSDA establece que a la muerte del autor, los derechos sobre tales obras se incluirán dentro de los bienes comunes a los efectos de de la liquidación de la comunidad legal de bienes que entre ellos existiere. Ya no estamos acá en presencia de bienes propios del autor. Son, por el contrario, bienes que han venido a constituir una comunidad con el cónyuge no autor. Por lo tanto éste participa de ellos.

   Lo que se plantea, pues, en esta segunda situación es que al cónyuge del autor fallecido le corresponde como participación en la comunidad conyugal la mitad del derecho de autor sobre las obras creadas durante el matrimonio. Además, le corresponde también una cuota hereditaria como viudo o viuda, igual a la de un hijo.
  
En resumen: al fallecimiento de un autor o artista, la situación con la participación en sus derechos por parte del cónyuge sobreviviente (viudo o viuda) tiene que ver con que las obras hayan sido creadas antes o durante el matrimonio.

   En el primer caso lo hará como simple heredero y concurrirá con el resto de co-herederos; en el segundo caso, tendrá una participación del cincuenta por ciento como comunidad conyugal, y adicionalmente una cuota parte también como heredero.

   Estas mismas disposiciones se aplican a los artistas intérpretes o ejecutantes fallecidos respecto de sus interpretaciones y ejecuciones.



 *Abogado especialista en derecho de autor
Director General de @sacven
@rafaelfarinas




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jueves, 17 de noviembre de 2011

Los del patio son los primeros lectores a seducir


Héctor Torres*



Obra ganadora del Premio
 de la Crítica a la novela del año
 2010

   La noche del pasado dos de noviembre, la novelista venezolana Victoria de Stéfano cenaba sushi con unos amigos, en la ciudad de Mérida, cuando sonó su celular. No reconoció el número, pero igual atendió. Luego de lidiar con la mala calidad de la señal, y tras varios esfuerzos por escuchar, logró enterarse del motivo de la llamada: Paleografías (Alfaguara), su más reciente novela, había sido escogida por el jurado del Premio de la Crítica a la Novela del Año 2010 como la ganadora de esa edición.

   Esa misma mañana, los investigadores literarios Oscar Rodríguez Ortiz, Claudia Cavallín y Carmen Díaz Orozco, culminaban sus deliberaciones entre Caracas y Mérida, vía skype, para enviar un correo con el veredicto a los organizadores del evento. Bastaron pocas horas para que la noticia se corriera a través de las redes sociales y los usuarios comenzaran a expresar, en 140 caracteres, su alegría por el veredicto.

   Críticos y editores son dos figuras usualmente tan desconocidas para el público lector, como fundamentales para el desarrollo de la literatura de un país. En teoría, conforman las orillas opuestas por las que fluye el río de la creación literaria, una vez dada a conocer a los lectores.

   Ya los editores suponen un filtro. Una subjetividad que dice a qué le apuestan y a qué no. Pero toca a los críticos contrastar esa apuesta con una lectura “distanciada” del producto de aquellos. Encontrar sus bondades y flaquezas, sus posibles aportes al mapa de la literatura de una nación. Es decir, que si el editor destaca convenientemente los logros de una obra que está bajo su sello, toca al crítico ubicar los matices, los marcos, los acentos.

   Eso es, como ya se dijo, en teoría. Pero, para que existan voces que puedan opinar con cierto rigor y necesario desapego acerca del acontecer literario de un país, deben existir tribunas para esas voces. De allí la importancia de los “premios de la crítica”, existentes en todos los países con una sólida tradición literaria. Ponen nombres a la vista de los lectores.

Obra finalista en la edición 2010
del Premio de la Crítica a la novela del año

   El Premio de la Crítica a la Novela del Año, fue lanzado en Venezuela por primera vez en 2009, “con el objetivo de promover la obra novelística venezolana contemporánea, y apoyar el trabajo de autores y editoriales locales, así como reivindicar la figura del crítico especializado”, como lo señala Ficción Breve Venezolana, institución organizadora del galardón. Ese proyecto de instrumentar un espacio para evaluar lo que se está escribiendo en Venezuela en materia de novela, encontró de inmediato el apoyo de Econoinvest, de la Fundación para la Cultura Urbana y del Centro Cultural Chacao. Esa primera edición, los críticos venezolanos Carlos Sandoval, Mariana Libertad Suárez y Arnaldo Valero seleccionaron Un vampiro en Maracaibo (Alfaguara), de Norberto José Olivar, como la novela más destacada de ese año. Ese prolífico año comenzaba a gestarse una crisis en el mundo editorial venezolano y no lo sabíamos, sin embargo el premio cumplió su cometido: le dijo a los lectores venezolanos que prestaran atención a una magnífica novela de un autor que muchos de ellos no conocían.

   Al año siguiente, con la Librería Kalathos sumada a la red de apoyo, se realizó la segunda convocatoria con una merma significativa en el número de las obras participantes (algunas editoriales trasnacionales comenzaban a abandonar el barco). El jurado formado por Luz Marina Rivas, Carmen Victoria Vivas y Miguel Ángel Campos escogieron a la primogénita de Gustavo Valle: Bajo tierra (Norma), la cual ya había sido galardonada anteriormente con la desaparecida Bienal de Novela Adriano González León.

   En esta tercera edición, con el apoyo agregado de la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana (dada la conocida coyuntura por la que atraviesa la Fundación para la Cultura Urbana), con la modalidad añadida de la figura de las novelas finalistas (una especie de short list que incrementa el número de títulos expuestos al ojo del lector), y con toda una crisis editorial de por medio, el Premio de la Crítica da señales de establecerse. El apoyo de los medios digitales (como el portal Prodavinci.com y la cuenta twitter @queleer, por mencionar dos de los más entusiastas) ha sido clave para ello.

  Así lo entiende, Lennis Rojas, esa voz al otro lado del celular que intentaba dar la buena noticia a Victoria de Stéfano. Por eso se permite mostrarse optimista con el destino del Premio. Tiene fe en esa cabalística frontera entre vivir y morir que supone toda tercera edición, se trate de un premio o de una publicación literaria. Sabe que la apuesta por apuntalar la industria editorial es, de alguna manera, la apuesta por apuntalar el carácter profesional del oficio. Sabe, además, que todo cuanto se haga por visibilizar la novela venezolana contemporánea es una forma de ampliar el territorio de lectoría de firmas venezolanas entre el público consumidor local.

Obra finalista en la edición 2010
del Premio de la Crítica a la novela del año

   Esto último es focal. Las ediciones promedio de nuestros libros de narrativa están aún en el orden de los mil ejemplares. Aunque cada vez más frecuente, las reediciones no son la constante. De hecho, muchos de nuestros títulos no conocen la reedición y desaparecen del mercado para siempre, una vez agotados. Y vale acotar que en muchos casos se trata de verdaderas pequeñas joyas de la narrativa. En contraposición, un libro exitoso de periodismo o historia puede alcanzar la cifra de diez mil ejemplares vendidos. Las novelas locales que la alcanzan, en cambio, son consideradas rotundos Best Sellers. Pero se puede inferir que, hipotéticamente, esos lectores están ahí.

   Y a esa escasa lectoría se pueden sumar otros problemas: Los costos de la materia prima (lo cual se traslada al precio del libro), el poco interés que demuestran las grandes cadenas por los títulos locales, la casi ausencia de buenas librerías independientes fuera del territorio de Caracas y el “bajón” editorial que supuso la salida de casi todas las trasnacionales del panorama venezolano, son elementos que hacen cuesta arriba la tarea de sumar lectores a la producción novelística local.

   Pero todo panorama, por duro que sea, siempre encuentra su ajuste. A la salida de las editoriales trasnacionales se le contrapone la llegada de nuevos sellos independientes locales. El poco apoyo de exhibición que suelen manifestar las grandes cadenas con respecto a los títulos locales, se contrarresta con el conocimiento y el entusiasmo que los libreros independientes demuestran por nuestra producción literaria.

  Y a este paisaje se suma el Premio de la Crítica. Y la proliferación informativa de las redes sociales (vale destacar la iniciativa #LibrodelDia en twitter). Y los blogs con sus cientos de reseñas de novelas locales producidas por los mismos lectores. Y la buena escritura de nuestros autores, tanto nacientes como ya consagrados.

   En fin, todo lo que contribuya a aumentar la cantidad de lectores que apuesten por nuestra novelística, apunta en la dirección correcta. Vital, si estamos pensando en cruzar fronteras. No en balde una máxima de los editores afirma que “si una novela funciona en su país, puede aspirar a funcionar afuera”. Que es como decir: convencer afuera pasa por convencer adentro. Esa es la tarea.





*Narrador venezolano.

Cofundador y editor del Portal Ficción Breve Venezolana
@hectorres




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jueves, 10 de noviembre de 2011

La música y la revolución digital del siglo 21



Juan Carlos Ballesta*


   ¿Hacia donde se dirige la industria musical? Nuevos paradigmas han aparecido, resultando inevitable la reinvención de todo lo que se relaciona con el universo musical, desde el propio núcleo de los procesos creativos hasta las formas de consumo, difusión y mercadeo. Todo ha cambiado en este siglo y el que no se suba al tren se quedará anclado en el pasado.

   Hace apenas diez años pocos sospechaban que se produciría un cambio tan drástico en las formas de difusión y los hábitos de consumo musical en todo el planeta, los cuales han impactado de forma definitiva en el devenir de la industria musical. Para entonces, comienzo de un nuevo siglo, la forma de acercamiento primario a la música podía ser a través de la radio o un concierto. De igual manera, las vías de promoción eran las habituales: radio, TV y medios impresos. Pero, ya comenzaba a producirse un punto de inflexión que impactaría de manera decisiva a todos los involucrados en el quehacer musical: disqueras, productores, músicos, compradores, promotores… 

   No hay ámbito que no se haya visto tocado, para bien o para mal, por los diversos cambios que se han suscitado durante lo que va de siglo. En el paso de una década a otra, de un siglo a otro, cuando se hablaba del famoso fenómeno del Y2K que amenazaba con desprogramar los sistemas informáticos (cosa que no pasó), despuntaba el internet de alta velocidad y la capacidad de almacenamiento de computadores personales y servidores centrales crecía de forma notable. Surgían las primeras comunidades virtuales de intercambio de archivos, con napster a la cabeza, y con ello la disponibilidad casi infinita de conseguir música. Una guerra sin cuartel se libró contra esa para entonces novedosa y revolucionaria plataforma que terminó desapareciendo, pero fue imposible evitar que al mismo tiempo proliferaran, sin temor alguno a las represalias y ataques cibernéticos, otras de similar funcionamiento como eMule, Limewire o Soulseek, así como como los Torrents, de mucho más difícil control. En el ámbito musical la primera red social que conectó a músicos con fans fue myspace, que durante varios años funcionó como tribuna para que el público conociera el trabajo de muchos grupos nuevos y se intercambiaran impresiones. Sin embargo, la interfase poco amigable terminó por atentar contra su funcionalidad, apareciendo nuevas plataformas, entre ellas Soundcloud, Reverbnation y Bandcamp.

   La seguidilla de acontecimientos relacionados siguió, ya en la segunda mitad de la década pasada, con diversos servicios como Rapidshare, Yousendit, Sendspace, Hotfile, Megaupload y muchos más, que facilitaron el alojamiento de archivos de tamaño considerable, de forma gratuita, en servidores de alta capacidad que permiten el intercambio anónimo entre usuarios de todo el mundo. Hoy, la novedad son los servicios tipo Dropbox o We Transfer, que permiten disponer de un espacio gratuito a la vista para ser compartido y administrado a conveniencia.

   Por otro lado, los blogs de descargas –la mayoría segmentados por estilos o épocas– se han multiplicado casi exponencialmente y a pesar del control que han intentado aplicar las policías cibernéticas de algunos países y de ciertos sellos disqueros tratando de eliminar links de descargas e incluso blogs enteros, ha sido imposible eliminar estas opciones para las descargas de música.

Más allá de lo ilegal

   El tema va más allá de lo legal o ilegal y se centra específicamente en la manera en que se entiende hoy en día la promoción del trabajo de un músico, en las facilidades que se tienen a mano para todo lo que antes se realizaba en instancias que generalmente el músico ni controlaba ni conocía bien. Mientras una gran mayoría ha entendido y aceptado, e incluso promovido y utilizado a su conveniencia, la consolidación de las plataformas digitales, un grupo cada vez menos numeroso de músicos –y por supuesto discográficas tradicionales– se resiste a entender los cambios que la tecnología ha producido y más aún, a comprender que ya no solo las nuevas generaciones han aceptado los cambios de paradigmas.

   Con la consolidación de las plataformas digitales ha cambiado la forma de pensar del músico, que hasta hace poco se aferraba a las ganancias que le proporcionaba la venta de discos. La nueva realidad ha terminado casi por completo con esa forma de ingreso, pero ha potenciado otras maneras. El disco físico ha pasado a ser una carta de presentación, prácticamente un fetiche para coleccionistas, mientras que el disco virtual gana terreno. Ya no es necesario invertir grandes cantidades de dinero en distribución convencional, ya que con apenas un click es posible conocer el trabajo de un grupo o músico ubicado en cualquier rincón del planeta. De la misma manera, un músico venezolano puede llegar con su música hasta las antípodas y ser así contratado para tocar. Gracias a esto, muchos grupos han pasado de tocar en un pequeño local de su ciudad a grandes festivales europeos y norteamericanos.

   Grupos de renombre e influencia como Radiohead han experimentado con las potencialidades y la libertad de internet. En 2007 para lanzar su disco In Rainbows, la estrategia de venderlo revolucionó la industria establecida, ya que decidieron ofrecerlo por el precio que cada uno de los compradores estimase suficiente. Todo lo recaudado pasó directamente a las finanzas del grupo, sin intermediarios. Lo más interesante es que Radiohead nunca ha contado con una página web compleja, sino únicamente con un portal. Ellos han delegado en algunos fanáticos dedicados la labor de mantener las páginas con la información detallada de la banda, con lo cual han construido una poderosa red digital. Poco antes de aquel disco habían finalizado la relación con la transnacional británica EMI Records, uno de las varios consorcios discográficos golpeados por los cambios de paradigmas. Pero aquella iniciativa no fue gratuita. Cada descarga requería del email de la persona, por lo que a fin de cuentas la transacción es del tipo “te doy mi música a cambio de que entres en mi base de datos y recibas mis noticias y ofertas”.

   De inmediato, otras iniciativas similares surgieron, entre ellas la de Nine Inch Nails que empezó a ofrecer diversas alternativas de su material en su página web, con ediciones limitadas con costo de coleccionista, formatos WAV a precio de CD y mp3 de 192kbps gratuitos.


Del cassette al mp3

   En los años 70, 80 y 90 el formato más popular para grabar música de forma casera fue el cassette. Nadie discutía entonces si copiar un LP en un cassette era legal o ilegal. Simplemente era un formato analógico de funcionamiento electromecánico que se había inventado para escuchar música en los carros y otros lugares, en dispositivos portátiles. Años después, el cassette fue desplazado por el CD-R, es decir, el disco compacto vírgen. Las quemadoras de CD sustituyeron a los grabadores de cassettes, el discman al walkman. Y poco después irrumpieron los formatos digitales de compresión, y con ellos los iPod y pequeños lectores. El más popular de los formatos ha sido siempre el mp3, que reduce el tamaño del archivo musical original en detrimento de su calidad (en el mejor de los casos, 320kbps, el audio es aún rescatable).

   La revolución digital se había instalado con el nuevo siglo cual huracán que arrasa sin miramientos todo a su paso, incluso lo más arraigado. Las nuevas generaciones han crecido con una nueva realidad en la que el romanticismo de décadas pasadas ha desaparecido. Eso, por supuesto, tiene sus bemoles.

   Muchas preguntas han ido surgiendo en estos últimos años, algunas de ellas con respuestas inciertas. ¿Desaparecerá el formato físico del catálogo de opciones? ¿Tiene el CD los días contados? ¿Se convertirá la descarga musical por Internet en la vía universal única para obtener música? ¿Desaparecerán los sellos disqueros tradicionales o se reinventarán?

   Opciones como la de los netlabels (sellos disqueros virtuales) existen desde hace varios años, en principio atendiendo el sector de la música electrónica y ya extendidos al universo pop y rock. Funcionan como vitrinas para todos los que buscan difundir su música sin pensar en el lucro por concepto de ventas, sino más bien buscando poder poner su nombre en el mapa musical del mundo y con ello conseguir contratos para tocar, que es donde en realidad está la ganancia de los músicos hoy en día.

Venezuela y sus particularidades

   En Venezuela la realidad tiene sus particularidades. Mucho antes que las disqueras entraran en crisis en el planeta, y con ellas toda la actividad relacionada, en nuestro país ya se había resentido de forma notable la actividad. Para la segunda mitad de los años 90, la independencia comenzó a ser la opción más viable –casi la única– para trabajar. En los últimos años la mayor parte de los discos editados en el país son de producción independiente, incluyendo aquellos que edita el CENDIS (Centro Nacional del Disco), de reciente creación y aún con algunos problemas de funcionamiento.

   Manejamos en Venezuela una situación particularmente interesante. Aunque no hay cifras oficiales, es relativamente fácil si se está en contacto permanente con la escena musical saber que la mayoría de los músicos han optado por ofrecer su música de forma gratuita a través de su página o las redes sociales. La realidad local será parte de un próximo análisis.




* Juan Carlos Ballesta
Editor Revista Ladosis
@jcballesta @revistaladosis



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viernes, 4 de noviembre de 2011

Escuchar y leer en 2.0

Alejandra Medina*



 Nuevas formas de hacer y consumir música


 ¿Cómo afecta la globalización de las comunicaciones a las formas de hacer, distribuir y consumir música? La velocidad a la que circula la información, la diversidad de soportes, la posibilidad de acumular y transferir datos en un volumen casi infinito, ha permitido un movimiento y flujo de información sin precedentes, situación que ha impactado en gran medida, entre otras áreas,  a las formas de producir, distribuir y consumir música.

  La música como negocio sufrió un cambio de paradigma “de un modelo que se basa en la venta de un producto, a un modelo que concibe a la música como servicio” (Nicolás, Geisinge, & Pienika, 2008), por lo que este negocio y todos los agentes que en él intervienen, se han visto obligados a repensar la dinámica y apuntar a algo que va más allá de la venta de música en soporte físico.

   Por otro lado, la web 2.0 nos abre un mundo de posibilidades de audición que era impensable hace veinte o treinta años atrás. La industria de la música tradicional se encargaba de producir y distribuir la música a nivel mundial y las posibilidades de acceso a esta era limitada en los países llamados "sub-desarrollados" o "en vías de desarrollo", debido a los altos costos de los discos y de los aparatos necesarios para su reproducción, entre otras razones. Actualmente y gracias a las nuevas tecnologías, muchos músicos tienen la posibilidad de producir sus propios trabajos a costos muy inferiores a los de hace algunos años, y darse a conocer en lugares que eran inimaginables sin el apoyo de una empresa discográfica.

    Todos estos cambios han dinamizado y transformado la industria cultural de la música y han acortado las brechas entre artistas y público, posibilitando un feed back que sin duda enriquece la dinámica del hecho musical. Los consumidores pasaron de ser simples escuchas a tener un rol más activo:  ahora pueden opinar sobre los trabajos de los músicos en foros y redes, y recomendar a otros lo que escuchan. Hoy día cualquier fan o seguidor de un artista puede oír la música que éste produce y comentar sobre su trabajo, tal y como sucede en Youtube o Myspace, incluso opinar sobre trozos muy específicos de la obra como en el site Sounds Clouds, o simplemente mandar un e-mail a la página web del artista con muchas oportunidades de que éste sea leído y contestado por el propio músico.

  Otra de las posibilidades que nos abre la globalización de las comunicaciones, es la de poder acceder a  la música que se hace en diferentes partes del mundo; música a la que jamás accederíamos por las vías tradicionales de la industria. Hasta hace algunos años nuestras audiciones se limitaban a lo que editaban los grandes conglomerados, y era en algunos casos difícil acceder a lo que los sellos independientes producían. Las pocas cosas de World Music que salían al público por vía de la gran industria discográfica, respondían a un proceso de estandarización del sonido para convertirla en música “digerible”, por lo que en muchos casos estas producciones terminaban convirtiéndose en un atentado contra la diversidad.

   Venezuela no permanece ajena a estos nuevos modos de hacer y distribuir la música. Las disqueras nacionales casi han desaparecido y las pocas que quedan se ven ensombrecidas por el gran mercado de la piratería, que ofrece infinidad de música a precios con los cuales es imposible competir. Por otro lado, los mismos músicos mercadean y distribuyen su trabajo gratuitamente a través de las redes sociales y páginas web, cuelgan las producciones  antes de ser editadas en físico,  pues su interés y su negocio, más que vender discos, es darse a conocer y que conozcan su trabajo, sumando así seguidores que serán potencial público para sus conciertos y compradores de sus producciones, aunque éstos ya las tengan en su computador. Este es el caso de muchas bandas jóvenes de rock que colocan sus producciones para ser descargadas desde su página web gratuitamente. Junto a esta realidad, conviven algunos sellos independientes que editan producciones de nuestros artistas, pero que sin duda ocupan un lugar pequeño en el negocio.

  Más allá de todas las posibilidades tecnológicas que existen para la producción de música y sus nuevas formas de distribución, sigue existiendo el problema del financiamiento de las producciones discográficas de los artistas. Muchos músicos en nuestro país trabajan con el sistema de colaboraciones en el que amigos, allegados, "panas" y algunas almas caritativas, colaboran con dinero o en especies para hacer la producción: algún amigo diseñador colabora con el arte, otro con las fotos, el máster, etc., y lo demás lo cubre el propio músico de su bolsillo hasta tener el disco listo. Muchos músicos de Venezuela y del mundo son los productores y comercializadores de sus propios trabajos, rompiendo así con el modelo tradicional de la industria discográfica donde los roles estaban muy bien diferenciados y las ganancias eran del 45% para la industria y 5% para el artista.

   Es clara y notoria la democratización de las formas de hacer y escuchar música que ha posibilitado la web 2.0, y los beneficios que esto ha traído a los músicos y consumidores. Sin embargo, es mucho el camino que falta por recorrer en el nuevo modelo de negocio de la música que se está desarrollando, y muchos los problemas por desentrañar tales como los asuntos relativos al derecho de autor  y el perfeccionamiento de las formas de comercialización en la web, entre otros.


Nicolás, C., Geisinge, D., & Pienika, E. (2008). (F. d. República, Ed.) Recuperado el 18 de 05 de 2011, de http://estatico.buenosaires.gov.ar/areas/produccion/industrias/observatorio/documentos/impacto_tic_en_industria_musical.pdf


* Lic. Artes
Gerente Gestión Cultural Sacven
@alemedinamusic



Yisbel Pérez Díaz*

De la lectura y sus formas


 En cuanto a la lectura, para mí no se va leer ni más ni menos, se va leer diferente.
Augusto Di Marco
Grupo Santillana.


   Se leerá más, se leerá menos, muerte de la industria editorial tradicional y desaparición de la experiencia sensitiva que siempre ha rodeado al libro en papel. Estas son solo algunas de las inquietudes generadas por el surgimiento de nuevos formatos de lectura. Nuestro "ser lector" está muy marcado por la vivencia sensorial que encierra leer un libro, y la industria editorial juega un rol muy importante en ese hábito. Leer es algo más que conocer y vivir una historia, algo más que enamorarse u odiar personajes; es también sentir la calidez de su tangibilidad, el toqueteo de las hojas, el olor del papel y la tinta, verlo en nuestra biblioteca y recordar sus páginas luego del banquete cognoscitivo.

   Ahora bien, la existencia de nuevos formatos -con esto nos referimos a libros electrónicos, textos en formato PDF, audiolibros, entre otros- ha generado niveles considerables de ansiedad en industrias editoriales y puristas de la lectura, llevándolos a cuestionar y muchas veces a augurar la muerte del libro en papel y el riesgo inminente de pérdida de los hábitos de la lectura.

   El hábito de la lectura es una costumbre adquirida y cultivada desde muy temprana edad. Por múltiples variables culturales y económicas, en nuestros países latinoamericanos el acto de leer no está arraigado en su cotidianidad. El bajo poder adquisitivo y la cuestionable calidad de vida de estas sociedades, son zancadillas siempre presentes al momento de adquirir un libro y ver en él una fuente de disfrute indescriptible. Y solo estamos hablando de adquirir un libro en su forma tradicional, ahora veamos de qué van los formatos digitales y su accesibilidad.

   Los nuevos formatos para la lectura como los anteriormente mencionados son muy diversos en sus formas y estilos, y la manera de acceder a ellos nos lleva por muchos caminos. La conexión a internet es de vital importancia y este rubro en las estadísticas venezolanas presenta un crecimiento sostenido desde el año 2000 hasta el año 2010 (http://www.cavecom-e.org.ve/index.php?option=com_zoo&task=item&item_id=65&Itemid=112)   Navegar en la web nos permite consultar una gran cantidad de libros en formato PDF, obtener información sobre el uso de los e-readers o los audiolibros, y conocer sus costos y formas de adquisición. Vale mencionar el esfuerzo que se hace desde algunas bibliotecas por incorporar lectores electrónicos para que sus usuarios se familiaricen con el formato, vivan la experiencia y se hagan una idea propia sobre lo vivido. Cada vez son más las casas editoriales que están incursionando en el negocio del libro digital a fin de poder ofrecer las mayores opciones posibles a su público potencial. Creo que la clave está en sumar y ofrecer opciones: diversificar para subsistir.

   Cabe la pregunta, ¿cómo será ahora la experiencia de leer en estos nuevos dispositivos? Ya no hay papel para sentir ni tinta para oler ¿Será igual de disfrutable la lectura en un libro electrónico que en un libro en papel? ¿Ayudarán los nuevos formatos a incentivar el hábito de la lectura? Será la gestión cultural de cada nación y la experiencia de cada lector la que pueda dar respuesta a estas interrogantes.

   Llegamos al momento donde otras preguntas se hacen necesarias: ¿qué es más importante, los formatos o la lectura en sí misma? ¿Qué papel juegan los estados en la promoción de la lectura desde la primera infancia? Si soy lectora asidua, amante de las historias, del conocimiento de otras culturas, de la vida contada desde otra piel; seguramente no le dé importancia al formato. Seguramente sustituiré el delicioso toqueteo de las hojas por el toqueteo de mi e-reader, los olores vendrán por otros medios. En la biblioteca caben todos,  sean de papel o electrónicos, mi recuerdo sobre lo leído generará el mismo éxtasis y la ganas de volver a leerlo. Si soy casa editorial, tengo dos opciones: aferrarme al formato tradicional y darle un nuevo aire a mis materiales, o diversificar mi negocio y trabajar en formato tradicional y formato digital. La última es la opción que muchos han tomado para permanecer en el negocio y en el gusto de sus compradores.

   La resistencia al cambio es tan inherente al ser humano como su necesidad de reinventarse. Lo interesante de vivir estas transformaciones con implicaciones tan profundas en el entramado cultural de las sociedades, es poder evidenciar nuestra capacidad para conservar la esencia de nuestros hábitos y poner a favor los aspectos negativos que traen dichos cambios consigo.

   Por otro lado, el papel del Estado es superlativo en la creación de una gestión cultural que, a través de sus políticas lleve adelante un plan de promoción de la lectura sostenido y eficiente. Esto debe incluir mejoras en la accesibilidad de la población, tanto al formato tradicional como a los nuevos formatos digitales, promocionar la lectura como fuente de diversión y hacer del conocimiento algo disfrutable.  Para esto deben converger:  buena gerencia, potencial humano y financiero y visión de mejor futuro. ¿Difícil? Sí ¿Imposible? Nada lo es.

   Esta historia apenas se comienza a escribir. Los formatos serán nuestros aliados o no en la medida en que sepamos hacer uso de ellos para nuestro disfrute y adquisición de conocimiento. Lo innegable de esta realidad son las opciones, la riqueza de la diversidad en cualquiera de sus ámbitos puede hacer de la vida una experiencia valiosa.

   Lo importante es nunca dejar de leer, nunca dejar de aprender y disfrutar haciéndolo. Eso siempre generará cambios en positivo y construirá ciudadanía capaz . Ganamos todos.


Algunos links para consultar:







* Lic. Artes
Asistente Gestión Cultural Sacven
@entrediversos








jueves, 27 de octubre de 2011

El derecho de cita en la literatura

 

José Rafael Fariñas *



 Los oficiantes habituales de los libros y sus delicias, somos presa a menudo de unas ganas enormes de incorporar en nuestros propios escritos esas frases ajenas que nos gustan, leídas por ahí.

   Es una especie de regusto por lo bien escrito, por aquello que suena cadencioso, hilvanado a la perfección hasta la última letra.

   ¿Cuántas veces hemos deseado haber escrito algo así?, ¿cuántas veces hemos hecho uso de esos párrafos útiles y geniales que complementan y dan forma definitiva a las expresiones de nuestras propias ideas?…muchas veces, sin duda!

   Lo cierto es que estas frases, o partes de una obra literaria preexistente están protegidas por el derecho de autor, y para utilizarlas total o parcialmente, hemos de contar con una autorización previa y expresa de su autor o autores. Ello es así, en virtud del principio según el cual sólo al autor corresponde el derecho exclusivo de disponer de su obra en la forma que le plazca, y sacar de ella beneficios.

   ¿Significa eso entonces que cada vez que vamos a utilizar frases ajenas o parte de una obra preexistente para complementar y fundamentar las nuestras, hay que pedir autorización? La respuesta es: no siempre.

   En el sistema del derecho de autor existe una figura que es el derecho de cita. Es una norma convencional, prevista en el artículo 10, párrafo 1) del Convenio de Berna para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, que establece:

       Son lícitas las citas tomadas de una obra que se haya hecho lícitamente accesible al público, a condición de que se hagan conforme a los usos honrados y en la medida justificada por el fin que se persiga, comprendiéndose las citas de artículos periodísticos y colecciones periódicas bajo la forma de revistas de prensa

   De esta norma se desprende que son tres los requisitos que hay que cumplir para que la cita de una obra preexistente, sea lícita, y por lo tanto no requiera autorización previa:

Primero: Que la obra de donde se toma el extracto haya sido publicada lícitamente. Esto quiere decir, que no haya sido el resultado de una publicación destinada a un círculo privado, o en razón de una fijación no consentida.

Segundo: Que se haga conforme a los usos honrados. Y en este contexto, ha de entenderse como usos honrados lo que es normalmente admisible, lo que corrientemente se acepta, lo que no se opone al sentido común.

Tercero: Que se haga en la medida justificada por el fin que se persiga. La clave es que las citas no atenten contra la normal explotación de la obra preexistente, ni causen un perjuicio injustificado a los derechos del autor de la obra citada.

   De modo que es un deber ineludible de todos usar las citas honradamente. Si así fuere, estaremos contribuyendo a hacer posible dos placeres maravillosos: por un lado el del autor al ver extractos de sus obras ilustrando obras ajenas, y por el otro el placer de las personas que hacen las citas, al compartirlas con terceros.

El sumo placer, en definitiva, es acopiar en citas nuestros hallazgos literarios y ofrecerles a los demás la posibilidad de probar sus maravillas.

De eso se trata!


*Abogado especialista en derecho de autor

Director General de @sacven
@rafaelfarinas





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jueves, 20 de octubre de 2011

Hay otro puente en Maracaibo

Héctor Torres*


«Cuando entré en la Irama, una neblina nicotínica
 flotaba hasta apretujarse contra el techo.»

Norberto José Olivar
Un vampiro en Maracaibo.


    Maracaibo es una ciudad con muchos lectores. Al menos eso podría inferirlo quien piensa en las tres universidades (LUZ, UNICA y URBE) que tienen sede en esa ciudad, cuya oferta académica incluye estudios de Comunicación Social, Filosofía, Letras y Educación. Ese dato hace pensar en la existencia de una vasta población estudiantil ávida de lectura.

   Pero es sabido que la complejidad de la vida rara vez es complaciente con el “debería ser”. Por tanto, al margen de la existencia de esa gran población universitaria, que Maracaibo sea una ciudad con ávidos lectores se advierte en otras pistas. Bastaría prestar atención a la cantidad de cuentas relacionadas con literatura y actividades afines que, en las redes sociales, colocan “Maracaibo” en el renglón “ciudad actual”.

   Por eso me alegró tanto que se hubiese concretado una invitación para presentar allá El regalo de Pandora, a setecientos y tantos kilómetros de una distancia que se desvanece a punta de los cotidianos “Me gusta”, RT, comentarios y menciones que comparto a diario con cualquiera de los cómplices literarios que, con el tiempo, he ido haciendo y sumando en la cuna del patacón. Setecientos y tantos kilómetros que se cubrirían en una hora de vuelo para, en muchos casos, darle corporeidad a viejas amistades digitales.


*

  
http://bitacoradelabismo.blogspot.com/
   No era primera vez que viajaba a Maracaibo para presentar un libro. Ya en 2009 había vivido la grata experiencia de hacerlo con La huella del bisonte, en el marco de la VII Feria del Libro de la UNICA. En ese entonces se había montado un ambicioso “Encuentro de Narradores” que logró reunir una importante plantilla de autores venezolanos contemporáneos. Recuerdo entre los nombres presentes los de Eduardo Liendo, Alberto Barrera Tyzska, Oscar Marcano, Rodrigo Blanco Calderón, Roberto Echeto, Milagros Socorro, María Ángeles Octavio, Fedosy Santaella y Leopoldo Tablante, entre otros. También estaba Milton Quero, ganador de la primera edición de la Bienal Adriano González León, quien se ofreció amablemente para presentar La huella del bisonte en ese marco, y otro narrador maracucho que presentaba su primera novela en un sello de distribución nacional (Alfaguara), aunque ya tenía varios títulos a cuestas. Durante el encuentro no alcancé a tener trato ni con el autor ni con la novela, pero me tocaría llamarlo al año siguiente para informarle que su obra (Un vampiro en Maracaibo) ganaba la primera edición del Premio de la Crítica a la novela del año. Se trata, por supuesto, del ya archifamoso Norberto José Olivar, cuya siguiente novela, Cadáver exquisito, resultaría finalista del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.

   Como se ve, a este maracucho hay que tenerle cuidado.

   Esa admirable reunión de nombres para hablar de los problemas y retos de la narrativa venezolana, supuso un enorme esfuerzo logístico que no pudo vencer, sin embargo, la sombra del clásico “falta de presupuesto” y una crisis que ya se asomaba en el sector editorial venezolano. Fue la última Feria de Libros de la UNICA.

   Que es como decir: fue bueno, muy bueno, mientras duró.

*

   Pero ni la crisis ni la ceguera de los que podrían amainarla logró someter las “ganas de hacer” de gente como Valmore Muñoz, profesor de la UNICA que, además de ejercer un destacado monitoreo de cuanto se está produciendo en literatura en Venezuela, se ha convertido en uno de los principales pilares de ese otro puente que se está gestando entre Maracaibo y el resto del país literario. Y ejemplos de “ganas de hacer” se consiguen de sobra en esa ciudad. Está, por ejemplo, la Biblioteca Pública del Zulia, con la constante actividad con la cual aprovechan su hermosa infraestructura. O agrupaciones como El Submarino (un colectivo en el que conviven literatura, arte, teatro, música, cine y otros géneros) y Per-versos (un grupo que organiza recitales, lecturas temáticas y conversatorios sobre temas relacionados con la literatura), por nombrar dos. O programas de radio como Madre Lengua, difusor radioeléctrico para Maracaibo de cuanto sucede en el país en materia de libros.

 

   Mención aparte merece un proyecto editorial inteligentemente concebido para difundir, junto con la literatura universal y nacional, lo que se está escribiendo en Maracaibo. Una plataforma de difusión literaria que arrancó hace unos meses con excelente pie y parece estar contagiada de esas enormes “ganas de hacer” —y de hacer en serio— de las que he venido hablando. Se trata de País Portátil (http://www.paisportatil.com/), una revista de difusión literaria de actualización semanal, en la que conviven Ars poética de gigantes de la literatura, con entrevistas a autores nacionales y textos de poetas locales, todos con el mismo rango y difundidos con el mismo orgullo. País Portátil es editado por Adriana Morán Sarmiento (desde Buenos Aires) y sus cómplices en Maracaibo: Valmore Muñoz y JL Monzantg, quien no sólo es un excelente anfitrión sino que, al igual que Olivar, proviene de la cantera de Historia.

   Y, al igual que Olivar, sonríe enigmático cuando lo menciona.



Biblioteca Pública del Zulia
http://www.bpz.org.-ve/
    En Maracaibo se está gestando otro puente. Un puente que sabe aprovechar su recurso humano, la experiencia acumulada por los aciertos y los errores y las facilidades que ofrecen las redes sociales para que estemos, de verdad, todos adentro. Un puente con lectores ávidos, con una revista digital que se avizora como una referencia nacional en materia de difusión literaria y con una biblioteca pública decidida a ser una de las protagonistas de este momento. Es un puente con tradición, pero también con una nueva narrativa que construye en libros como Un vampiro en Maracaibo y El corrector de estilo (por nombrar dos laureadas novelas contemporáneas) una ciudad mítica y revisitada que no elude sus contrastes y extravagancias. De hecho, ese puente ofrece al visitante la posibilidad de ser parte de su literatura, con solo sentarse en una mesa de “la Irama” con Norberto, Monzantg y Valmore y, trazando un círculo con la mano en el aire, pedir al reservado mesonero de copete negrísimo y cara imperturbable (el Quintero que “trabajó” en Un vampiro en Maracaibo) una nueva ronda de cervezas heladas.

   ¿Qué le falta a Maracaibo entonces? Se preguntará el lector. La respuesta, sin duda, es “más comerciantes arriesgados e imaginativos capaces de mejorar el nivel de vida de su ciudad”. Es decir, Maracaibo necesita más librerías. Pero librerías a la altura de eso que está pasando y que apenas se ha asomado, pero que producirá más lectores y más escritores en esa ciudad llena de actividad y contrastes. El número y calidad de sus librerías debería ser uno de los indicadores que miden la estatura espiritual de una ciudad, su capacidad de generar felicidad a sus habitantes.

   En Maracaibo se gesta un sólido puente para comunicarse literariamente con el resto del país. Y comunicarse en dos direcciones, como debe ser. En cafés y librerías nacen en silencio los libros que se escribirán en una ciudad. Esto último es lo que se echa de menos cuando se visita esa ciudad que, vista desde el avión que aterriza, parece nuestra exótica, descabellada, caliente y minúscula Nueva York con sus edificios rodeando una bahía serena y ausente.


Norberto José Olivar, JL Monzantg y Héctor Torres en la Irama
Fotografía cortesía de Héctor Torres


*Narrador venezolano.
Cofundador y editor del Portal Ficción Breve Venezolana
@hectorres





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viernes, 14 de octubre de 2011

El rincón del librero

Rodnei Casares*


   Desde hace poco está rodando en las redes sociales una forma de promocionar la lectura llamada 30 libros, según los que llevan adelante el blog, el ejercicio consiste en recomendar un libro cada día; durante treinta días, siguiendo el esquema propuesto, entre las categorías se encuentran: un libro que le regalaron y no le gustó, uno que le gustaría volver a leer en su vejez, el que más veces ha leído, entre otros; esto lo traigo a colación porque en días pasados charlaba con una amiga que hizo el reto y me contaba de sus recomendaciones, diciéndome lo muy animada que se siente al compartir con otros sus lecturas preferidas y disfrutando de las similitudes conseguidas con los demás lectores participantes del reto.

Fotografía cortesía de Rodnei Casares
    Su comentario me recuerda que eso es lo que hago todos los días, cada vez que cruzo la puerta de la librería comienza un reto para mi, no es un ejercicio como el mencionado, aquí debo poner en práctica algunas técnicas, hacer funcionar mi memoria, saber qué título puede gustarle a tal o cual persona, leer mucho, escuchar con atención, adivinar en algunas casos; el resto es fácil, porque si escogiste bien el libro que le pusiste a la persona en sus manos, sabrás que volverán por más, serás su librero y oirán tus consejos igual que los de su doctor. Como en la librería, espero que mis recomendaciones sean de su agrado.


Valle zamuro
Camilo Pino
Ediciones Puntocero 2011

  Usando como pretexto el Caracazo, y con una ciudad plagada de zamuros, Camilo Pino crea una historia de amor, una novela de aventuras, una crítica a una sociedad muda, capaz de hasta hacer fiestas mientras la ciudad era destruída y una denuncia a un gobierno incapaz. Esta novela me la leí en dos sentadas, 90 páginas una noche y el resto al día siguiente, cuando pasa esto, estamos ante una buena historia, y siempre es recomendación segura para mis clientes.


Emaús
Alessandro Baricco
Anagrama 2011

El mismo autor de Seda, vuelve con una novela corta, ambientada en el norte de Italia en algún año de los setenta, en este caso se trata de cuatro adolescentes muy católicos de clase media, que tienen un grupo de rock que toca en la iglesia de la comunidad y además se creen estrellas, hasta que aparece Andre, una chica liberal y de clase alta que hará que estos chicos pierdan la fe. Como casi todo lo de Baricco, esta es una novela muy entretenida y sabrosa de leer.


Diarios 1984-1989
Sandor Marai
Editorial Salamandra 2008

   Este libro fue editado en 2008 y lo recibí en 2011, en un viaje a Buenos Aires tuve la oportunidad de comprarlo y leerlo, los que han leído a Marai saben lo profundo y duro de su literatura, de todos sus libros este ha sido el que más me ha conmovido, aquí relata sus últimos cinco años de vida, asiste a la muerte de su esposa y en cada página esta la sombra del suicidio tras él, cuando terminas la lectura te preguntas cómo resistió tanto y también lamentas que no haya soportado algunos meses para poder ver la caída del muro de Berlín.


Novedades recomendadas:

La voz y la furia
Stieg Larsson
Destino 2011

Las fantasías de Juan bimba
Axel Capriles
Taurus 2011

Desnuda, mi vida como objeto
Kathleen Rooney
Turner 2011

Bonus Track:

Las guerras íntimas
Roberto Martinez Bachrich
Lugar Comun cooperativa editorial 2011

Formas de volver a casa
Alejandro Zambra
Anagrama 2011

   Puedes leer las reseñas de el Bonus Track en el blog Cultura para llevar http://barretonoriega.wordpress.com/category/para-leer/ y la revista Homo Sapiens Literattus http://homosapienslitteratus.com/revista.html


*Librero de @Lib_alejandria II

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jueves, 6 de octubre de 2011

Karibe

Frank Ziccarelli*


…el que desconoce los estragos de la noche
puede ser de otro planeta desierto que
ompune babea sin mirar grietas


En cadena avanza a todo riesgo
el de los vientos bajo cero
propaga el vértice miedo


Martilla a la brava filón de cuerpo tuerto
peor masticado defeca pupudiarrea


En la roca de alto vuelo la cabañuela
desnuda


Cruza la ciudad el poema que olvidé
                              frente al público
reposa la piedra el ancla vigila


  Sumergido en el horizonte Karibe
ese lomo de vendaval abre el nicho
                               de la montaña
en frente lúcido


Si el sol abandona la cárcava
Yo
Mediterráneo escupo sueño
donde las esquirlas impactan su leyenda
de mendrugos


Intuyo en el vector a contraflecha que
la nostalgia puede ser trapo de arcoíris
Mas trapo al fin el niño los mocos no sacude


En especial espesura
si bajo el techo de la autopista
mira sin mirar la escuela
mira el verdor decapitado


De sombrero el callejero zanco
Pararrayo de circoalatea luz en luna de
                                              [aserrín


Escucho el péndulo su badajo interior
badajo de Orsomarzo cruza el mar
Mediterráneo Karibe


En pleno aullido el muelle acordeón retorna


Rotundo
El de la pata ensangrentada espina de
                                    [pez granado


Retorna cacao por boca de montaña
en velo de espina el pájaro libertario


En la memoria el óxido mudo
silente cierre el círculo


Aboga el tiempo por la enjaulada libertad
   por suerte de ADN Tomasso Montaña
                                 [vuelve a su oficio
    razón de vida de este Karibe que llevo
                                                [dentro


Llámese reloj de campana al viento
que se desvive sin des-cuento
Karibe por la testa siendo


En santuario
farol de gamelote por el Ávila vuelvo



* Poeta y socio de Sacven


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jueves, 29 de septiembre de 2011

Tatuajes de ciudad. Presentación Edición especial 10 años del Concurso de Cuentos de SACVEN

Héctor Torres*



   Probablemente el primer concurso literario del que se tenga conocimiento, o el antecedente más remoto de concurso que haya llegado hasta nosotros, sería aquel que, hace muchísimos años, protagonizara una virgen de apetitosas formas (al menos así me gusta imaginarla) que respondía al musical y misterioso nombre de Scheherezade. Un concurso con un único participante, un único juez y un premio de nula recompensa en metálico, pero de inestimable valor: Mientras convenciera a ese juez de sus dotes literarias (mientras no lo aburriera) seguiría conservando la cabeza sobre sus hombros. Según cuenta la historia, así lo hizo durante mil y una noches, asegurándole al Sultán Shahriar, al amanecer de cada una de esas jornadas, que la historia no sólo continuaría, sino que además prometía prodigios mayores y más fantásticos.

   Ese remoto precursor, ese hechizo en frágil equilibrio, esa vertiginosa metáfora de la historia que pende de una tensión en perpetuo incremento, legado de la mitología Persa, nos deja invalorables pistas para abordar el arte de escribir cuentos para concursos. Una de ellas podría traducirse como: “el más mínimo parpadeo de tu historia bastará para que estés muerto”. Otra, más inquietante, radicaría en el hecho de que nunca sabrás cuál es el motivo que te mantiene con vida, ni cuál el que te sacará del juego. Pero hay una fundamental, amenazadoramente tangible en el caso de la maliciosa virgen (que dejaría de serlo, por cierto, para convertirse en reina): se debe escribir como si es la vida lo que está en juego. O, como sentenciara aquel alemán misógino y amargado (disculpen la redundancia): “Entre todo cuanto se escribe, yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre”.

   Aunque para nuestra fortuna las condiciones han cambiado ostensiblemente, el fondo del asunto permanece inalterable: Como nos lo recordara Bolaño, en los concursos literarios se dispone de un sólo cartucho para llevar a casa la cena, y hay cientos de cazadores hambrientos tras el esquivo y apetecible búfalo. La puntería, el pulso, la serenidad, dirán quién se acuesta esa noche con el estómago lleno y quién deberá esperar hasta la próxima.

   Y, con todo lo frustrante que puede resultar la experiencia para esa inmensa mayoría que vuelve a casa derrotada, los concursos literarios no pierden su irresistible encanto. A pesar de lo duro que resulta acumular participaciones fallidas y lo injusto que resulta enfrentarse al veleidoso gusto de un tercero, que termina imponiendo sus prejuicios y sus caprichos. Y no pierden su encanto porque la literatura es, también (y aquí estoy tentado a agregar básicamente), un hecho social; y porque escribir bien supone necesariamente seducir. Por tanto el escritor, sobre todo el escritor principiante, necesita exponer sus textos al juicio de alguien con un poco más de objetividad que la novia o la mamá. Con los riesgos que entraña la derrota que, según dicen, enseña más que la victoria; y a pesar de lo sensible que suele ser el ego durante los inicios. Todo, tras esa remota esperanza de seducir a ese exigente verdugo que perdonará una sola vida. La vida que, en rito ancestral, invocará al espíritu de la astuta Scheherezade en cada nuevo veredicto. “Entre todo cuanto se escribe, yo amo sólo aquello que alguien escribe con su sangre”, piensa, casi sin darse cuenta, el verdugo de turno. Y emite su dictamen.

   Es muy común escuchar, entre autores desconocidos, la amarga letanía de que “en este país si no eres conocido no te publican”. Cuando los escucho me limito a responder indistintamente con alguno de estos verbos: Concursa, exponte, asómate, insiste. Los que así se quejan desconocen uno de los capítulos clásicos en la historia de la literatura universal. Desconocen que grandes obras fueron tajantemente rechazadas por grandes editoriales. Que nombres de mitológica estatura se toparon, y no una vez, con los prejuicios y caprichos de avezados editores. Que ningún camino que no haya proporcionado angustias, frustraciones, alegrías, obsesiones, insomnios, borracheras y cuestionamientos a la moral propia, vale la pena transitarse ni produce nada que se sostenga en el tiempo. Que el camino de la literatura, por modesto que sea, se hace de la suma de esas dolorosas derrotas y esas pequeñas pero merecidamente celebradas victorias. Que se concursa más por un ejercicio de temple y resistencia, que en busca de reconocimiento. Que no existe otro método que ese de hacerlo cada vez mejor, y en eso los concursos son herramientas inigualables, porque obligan a medir la evolución del trabajo propio con el de los contemporáneos. Sobre todo en esa etapa en que creemos que todo cuanto escribimos es maravilloso.

   Y es por un concurso, precisamente, que estamos reunidos esta noche. Por un concurso y sus resultados. Por ese concurso y para celebrar el libro que documenta su historia. Un libro que aglutina cinco ediciones, y manifiesta un compromiso. Ya el nuevo formato nos da indicios acerca de cómo el Concurso Nacional de Cuentos de SACVEN quiere ser un militante activo de este buen momento que vive nuestra narrativa. Un concurso nacido al calor de las más recientes generaciones. La bitácora de un proyecto que ha recibido mil cuentos participantes en sus cinco ediciones. Apenas uno menos que en la vieja leyenda Persa. Mil historias que han querido seducir, mil cartuchos en cacería, mil textos que han dejado, con mayor o menor eficacia, su testimonio de una ciudad, de un país, del imaginario en movimiento de una generación. Mil cuentos representados en los 47 textos que componen el volumen, constituido por los ganadores y finalistas de esas cinco primeras ediciones, los cuales exponen sin complejos una gran diversidad de estilos, tendencias, búsquedas estéticas y temáticas. Un libro al que se podrá acudir cuando se esté tras los inicios de muchos nombres que conformarán el panorama narrativo venezolano de los próximos diez años.

   Aunque institucionalizado en nuestro ámbito literario, el Concurso Nacional de Cuentos de Sacven tiene la ventaja de que su corta existencia permite que Tatuajes de ciudad ofrezca un panorama bastante homogéneo de la narrativa emergente venezolana. Y además contribuya, junto a otros proyectos nacidos durante la última década (el Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila, El Concurso Literario Universitario, la Semana de la Nueva Narrativa Urbana y los cientos de páginas y blogs que están cambiando la cara a la discusión y la difusión literaria en nuestro país) a armar el mapa de la narrativa venezolana de las décadas futuras.

   Y es por eso, y por la fe inmensa que tengo en la literatura venezolana, por sus ganas, por la seriedad con la cual asume su oficio, por esa generación que sabe de dónde viene y honra sin mezquindad su propia historia, que celebro la existencia de este libro que recoge el esfuerzo de Sacven por fomentar la creación literaria y a estos autores.


*Narrador venezolano.
Cofundador y editor del Portal Ficción Breve Venezolana





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